Candil
Era el curso 1973/1974, septiembre, profesores noveles con las pilas de la ilusión bien cargadas, la cabeza llena de utopías, entre otras la de cambiar una sociedad que entonces decíamos alienada.
Por aquel entonces, el Centro Social Bellavista era un niño párvulo. Quizás por ser un parvulito, los sueños eran realidades y las realidades sueños. Entre los sueños “Candil”. Una luz humilde que pretendía alumbrar el quehacer de todos, el decir y pensar de los niños, la opinión de padres y profesores.
Un periódico escolar que nació de la ilusión, y como todo niño, quería hacerse mayor. Ya es grande en años y Decano. Sigue siendo niño en su expresión, pero con la carga de profundidad que otorga la falta de picardía.
Sigue con sus cuentos, con sus imágenes expresadas en gelatina en los primeros tiempos o en los medios sofisticados de hoy. Pero sigue siendo fiel a su credo. Servir de medio de expresión y comunicación de la comunidad educativa.
Modestamente, “Candil”.