Corren tiempos difíciles para el afecto. Un gesto tan simple, como son los besos y los abrazos, nos ayuda habitualmente a acortar distancias pero que, ahora mismo con las mascarillas y las distancias de seguridad, hemos olvidado. En esta “nueva normalidad” que nos ha tocado vivir, la escuela se ha convertido en uno de los lugares que más cambios ha sufrido: hemos puesto en pausa aquella idea de compartir y trabajar con el compañero de al lado codo con codo, de realizar trabajo cooperativo, para pasar a un aprendizaje mayoritariamente individualista y personal que exige 1,5 m de distancia.