MISA DOMINICAL. 28 Septiembre 2014

LO MEJOR ES ABRAZARSE A JESÚS

1ª Lectura (Ez 18, 25-28)

Lectura del libro del profeta Ezequiel.
Esto dice el Señor: "Si ustedes dicen: 'No es justo el proceder del Señor', escucha, casa de Israel: ¿Conque es injusto mi proceder? ¿No es más bien el proceder de ustedes el injusto? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere; muere por la maldad que cometió. Cuando el pecador se arrepiente del mal que hizo y practica la rectitud y la justicia, é1 mismo salva su vida. Si recapacita y se aparta de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá". Palabra de Dios.

Salmo responsorial (24)
Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres nuestro Dios y salvador y tenemos en ti nuestra esperanza. 
Acuérdate, Señor, que son eternos tu amor y tu ternura. Según ese amor y esa ternura, acuérdate de nosotros. 
Porque el Señor es recto y bondadoso indica a los pecadores el sendero, guía por la senda recta a los humildes y descubre a los pobres sus caminos. 

2ª Lectura (Flp 2, 1-11)

Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los filipenses

Hermanos: Si alguna fuerza tiene una advertencia en nombre de Cristo, si de algo sirve una exhortación nacida del amor, si nos une el mismo Espíritu y si ustedes me profesan un afecto entrañable, llénenme de alegría teniendo todos una misma manera de pensar, un mismo amor, unas mismas aspiraciones y una sola alma. Nada hagan por espíritu de rivalidad ni presunción; antes bien, por humildad, cada uno considere a los demás como superiores a sí mismo y no busque su propio interés, sino el del prójimo. Tengan los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús. Cristo, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condici6n de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.


Evangelio (Mt 21, 28-32)

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 
En aquel tiempo, Jesús dijo a los Sumos Sacerdotes y a los Ancianos del pueblo: “¿Qué opinan de esto? Un hombre que tenía dos hijos fue a ver al primero y le ordenó: 'Hijo, ve a trabajar hoy en la viña’ El le contestó: 'Ya voy, señor', pero no fue. El padre se dirigió al segundo y le dijo lo mismo. Este le respondió: 'No quiero ir', pero se arrepintió y fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?" Ellos le respondieron: "El segundo". Entonces Jesús les dijo: “Yo les aseguro que los publícanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios. Porque vino a ustedes Juan, predicó el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publícanos y las prostitutas sí le creyeron; ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en é1. Palabra del Señor.

 

Comentario: Dr. Josef ARQUER (Berlin, Alemania)

¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?

Hoy, contemplamos al padre y dueño de la viña pidiendo a sus dos hijos: «Hijo, vete hoy a trabajar en la viña» (Mt 21,29). Uno dice “sí”, y no va. El otro dice “no”, y va. Ninguno de los dos mantiene la palabra dada.

Seguramente, el que dice “sí” y se queda en casa no pretende engañar a su padre. Será simplemente pereza, no sólo “pereza de hacer”, sino también de reflexionar. Su lema: “A mí, ¿qué me importa lo que dije ayer?”.

Al del “no”, sí que le importa lo que dijo ayer. Le remuerde aquel desaire con su padre. Del dolor arranca la valentía de rectificar. Corrige la palabra falsa con el hecho certero. “Errare, humanum est?”. Sí, pero más humano aún —y más concorde con la verdad interior grabada en nosotros— es rectificar. Aunque cuesta, porque significa humillarse, aplastar la soberbia y la vanidad. Alguna vez habremos vivido momentos así: corregir una decisión precipitada, un juicio temerario, una valoración injusta... Luego, un suspiro de alivio: —Gracias, Señor! 

«En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios» (Mt 21,31). San Juan Crisóstomo resalta la maestría psicológica del Señor ante esos “sumos sacerdotes”: «No les echa en cara directamente: ‘¿Por qué no habéis creído a Juan?’, sino que antes bien les confronta —lo que resulta mucho más punzante— con los publicanos y prostitutas. Así les reprocha con la fuerza patente de los hechos la malicia de un comportamiento marcado por respetos humanos y vanagloria».

Metidos ya en la escena, quizá echemos de menos la presencia de un tercer hijo, dado a las medias tintas, en cuyo talante nos sería más fácil reconocernos y pedir perdón, avergonzados. Nos lo inventamos —con permiso del Señor— y le oímos contestar al padre, con voz apagada: ‘Puede que sí, puede que no…’. Y hay quien dice haber oído el final: ‘Lo más probable es que a lo mejor quién sabe…’.

 

Antonio Collado, Vicario de la Promoción de la Fe y párroco de San Juan Bautista de Málaga

Oración  ¿Qué significa para mí cumplir la voluntad del Padre? En diálogo con el Señor, y sin buscar justificaciones, pido al Espíritu que me desvele el proyecto de Dios para mi vida.

Contemplación Descubro que permanentemente me busco a mí por encima de todo. En silencio, siento como Dios me mira lleno de ternura y me invita una vez más a buscar su rostro para cumplir su voluntad.

Compromiso ¿Cuál es en este momento el punto central de mi compromiso cristiano? ¿Miro a la gente con los ojos de Dios o según los modelos vigentes en nuestra sociedad?